jueves, 4 de agosto de 2011

Clavarla en el centro de mi vientre.


(…)

El excelso regalo que hago a la humanidad es la absoluta ausencia de moral. Nada me limita. He transgredido todas las leyes; quemo las constituciones y los libros sagrados. Ninguna religión puede abarcarme.

En el fondo del fondo del fondo, nadie habita más profundo que yo. Soy el origen de todos los abismos. El que da vida a las grutas oscuras, conozco el centro en torno al cual giran todas las densidades.

Soy el corruptor de los espíritus vanidosos que se revuelcan en la perfección.

La conciencia asesina de lo perpetuamente efímero. Quién, encerrado en el subterráneo mundo hace temblar la catedral estúpida de la fe.

No me impido imaginar a un profeta a gatas montado por un asno en celo.

Sin embargo, desde lo más hondo de la caverna humana, enciendo la antorcha que organiza las tinieblas.

Lucho por conservar el instinto, para fijarlo como una escultura fluorescente.

Y me quedo ahí, intentando unir todos los segundos unos con otros, detener el flujo del tiempo. Esto es el infierno: el amor total hacia la obra divina que se desvanece.

Quiero engullir esta eternidad, esta gloria imponderable, clavarla en el centro de mi vientre.



Trazos de Jodorowslki.

Fotograma cisne negro.

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