viernes, 17 de junio de 2011

sin titulo.


Posé un dedo enérgico sobre los labios de tu ciudad y
le impuse silencio,
y hubo un último grito que murió en la distancia.

Eloy Sanchez Rosillo.
Fotograma Lucía y el sexo.

jueves, 16 de junio de 2011

Alabanza de la noche


El mundo es más azul y más terrestre
de noche, cuando duermo
enorme, adentro de tus breves manos.

Neruda
La luz los separaba. No podían
acomodar sus ojos al dolor que la mañana
derramaba en su mundo, en el tierno desorden de sus cosas.
El día le dictaba a la indolencia normas de claridad,
difíciles caminos bajo el sol.

Malgastaban su tiempo en trabajos extraños,
en tareas que les eran ajenas y que las horas
dejaban en sus manos de repente.

Y transcurrían siglos de silencio, inacabables
épocas de sed, grandes espacios de flores muertas,
Pero al fin la triste respiración de la ciudad cansada
les decía que comenzaba a regresar el atardecer.
Posaban la mirada en las lejanas cumbres. Presentían
que en el rumor oscuro de sus árboles
ya estarían las aves buscando su cobijo,
su humilde refugio de verdor apagado.

Entonces olvidaban la larga separación,
rompían las ataduras de la luz
y se encontraban de nuevo en el límite exacto de la sombra.

Porque la noche los unía, los empujaba suavemente
al lecho en que los cuerpos celebran los ritos de la
inmediatez,
al reino de la inocencia y de lo verdadero.

Eloy Sanchez Rosillo.

Fotograma Persepolis.


miércoles, 15 de junio de 2011

Meu fado meu



Va posándose
La niebla en la memoria, y acontece
la oscuridad, la noche en la que somos
nudo de sombras, fábula del tiempo.

Eloy Sánchez Rosillo.

domingo, 5 de junio de 2011

No tuvo ayer su día



El futuro gana fuerza cuando
se sostiene bien en el pasado.
Joan Garriga.

Ya desde muy temprano,
ayer fue tarde.

Amaneció el crepúsculo, y al alba
el cielo derramó sobre la tierra
un gran haz de penumbra.

Cerca del mediodía
un firmamento tenue e incompleto
-¿cifra de nuestra suerte?-
brillaba todavía en el espacio. (la Luna
no iluminaba al mundo;
su cuerpo transparente
nos permitía tan sólo adivinar
la existencia más alta de otro cielo
inclemente también, inapelable.)

Seguimos esperando, sin embargo.

Imprecisas señales
- un latido de pájaros, a veces;
el eco de un relámpago;
súbitas rachas de violento viento-
nos mantenían alerta.

A la hora del ocaso
salió un momento el sol para ponerse
y confirmó las sombras con ceniza.

Ángel Gonzalez
Escena de despedida Beautiful Girls