martes, 30 de noviembre de 2010

Placeres del espíritu.


(...)La gran tarea de la inteligencia humana, lo que la convierte en inteligencia humana, es crear posibilidades deseables. Es un riesgo y su ventura. La realidad no nos basta. Aspiramos a la posibilidad. Necesitamos alzar las interminables arquitectuas del deseo para después habitarlas. Y eso lo hacemos gestando y gestionando la irrealidad. Gracias a los proyectos, la facticidad, la afinitud del hombre es horadada por la presencia, el poder y la acción de la irrealidad, que no es un añadido fantástico, sino la suma de trayectos posibles dibujados en la realidad. No vivimos despeñándonos por el tobogán del deseo, sino aprovechando su impulso como trampolín, y ya en vuelo, elegir la acrobacia que queramos.

José Antonio Marina. Fragmento de Las arquitecturas del deseo.

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